Más de 2 000 millones de personas no tienen acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos. La pandemia de COVID-19 se ha sumado a este desafío, amenazando con revertir los progresos importantes realizados en seguridad alimentaria, nutrición y medios de vida. Tomando esto en cuenta, el pasado 16 de octubre se reunieron personajes clave en la lucha contra el hambre en nuestro país.
Ivonne Madrid Canudas (Directora de Fundación Alsea y Subdirectora de Responsabilidad Social Corporativa en Alsea), Santiago Aguilera (Director Asuntos Corporativos y de Gobierno para Mondelez México), Ivonne Barraza Lopez (Coordinadora de Fundación Lala), Ernesto Sánchez (Jefe de Asignación de recursos y fortalecimiento Institucional en Fundación CMR), Astrid García Gallegos (Directora de Fundación del Dr. Simi) y Mariana Jimenez Cárdenas (Gerente de Relaciones Institucionales de Alimento para Todos) participaron en un foro con el objetivo de compartir experiencias y perspectivas respecto al reto que supone la inseguridad alimentaria especialmente en el contexto de la emergencia sanitaria que hemos vivido durante buena parte del presente año.
Las diversas intervenciones a favor de la seguridad alimentaria que se han desplegado desde el sector privado han tenido en común un enfoque que reconoce la necesidad de estrategias transversales y el desarrollo y fortalecimiento de alianzas con el tercer sector así como modelos de comunicación eficaces entre sectores, incluyendo al gubernamental.
De la misma manera, se ha reflexionado sobre los avances y retos que restan frente a nosotros. Estamos en un punto de inflexión de los esfuerzos internacionales para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y reconocer que la seguridad alimentaria es una prioridad es elemental para abordar de manera franca el resto de los desafíos que comprenden la dimensión del bienestar social y es que sin comida en los hogares, los esfuerzos en educación, empleo y otras problemáticas corren el riesgo de resultar en vano.
En Alimento Para Todos junto con una gran cantidad de aliados hemos asumido la realidad de la urgencia por continuar abordando la problemática del hambre; es así que se ha compartido la labor realizada durante los últimos meses la cual no se limitó a la continuidad de las operaciones de producción, transporte y abastecimiento de alimentos, sino que hemos sido testigos y partícipes de una coordinación entre sectores para extender los modelos de atención y adecuar las intervenciones existentes con el objetivo de no abandonar a quienes requieren de asistencia social desde antes de la pandemia por coronavirus, además de llegar a aquellos que se han encontrado recientemente (muchos por primera vez) en situación de vulnerabilidad.
Algunos de los ejemplos de la exploración de respuestas robustas y expansivas frente a este contexto incluyen la reformulación y expansión de programas existentes de Fundación Alsea (Va por Mi Cuenta), el énfasis de Mondelez International en la construcción de alianzas así como en el desarrollo y protección de las cadenas de valor en condiciones adversas, el uso estratégico de infraestructura y capacidad logística de Fundación LALA, las operaciones de rescate de alimento y alivio de emergencia de Fundación CMR manteniendo la recolección y flujo de datos para evaluar el impacto y los dispositivos mixtos de la Fundación del Dr. Simi en cuanto a salud y alimentación reconociendo la estrecha correlación que existe entre ambos factores.
En cuanto a Alimento Para Todos, el nivel de vulnerabilidad de los grupos que atendemos significa una responsabilidad que nos dejó como única alternativa la adaptación del modelo operativo a estrictos protocolos de seguridad para evitar el cese de las actividades de rescate y redistribución de alimento. En este proceso encontramos retos pero también oportunidades de colaboración e implementación de nuevas maneras de hacer las cosas.
Si bien el panorama puede ser abrumador, estamos convencidos de que ahora es el momento de abordar las desigualdades e ineficiencias persistentes que han continuado atormentando a nuestros sistemas alimentarios, economías y estructuras de apoyo social.
Aunque ha resultado difícil adaptarse a un entorno nuevo y desconocido, también resulta evidente que este es el momento de reconstruir mejor.
Reconocemos el esfuerzo hecho hasta ahora de todos los actores en el sistema alimentario nacional para mantener a flote los dispositivos de seguridad social que han sido esenciales en prevenir una catástrofe. Aún tenemos mucho trabajo por hacer y queda claro que más que nunca necesitamos soluciones innovadoras y asociaciones sólidas.
Todos tenemos un papel que desempeñar para hacer realidad la visión de un mundo sin hambre y malnutrición. Podemos tomar decisiones alimentarias saludables. Podemos hacer nuestra parte para reducir los desperdicios. Podemos abogar por que los gobiernos, las empresas y las organizaciones compartan conocimientos, y apoyen sistemas y medios de vida sostenibles y resilientes. Juntos, podemos cultivar, nutrir y preservar nuestro planeta.