5 de septiembre: día internacional de la beneficencia

El ritual compartido por miles de personas que consiste en sintonizar o leer las noticias durante el desayuno o el almuerzo se ha convertido en una experiencia inquietante. Es perturbador encender el televisor y escuchar …

El ritual compartido por miles de personas que consiste en sintonizar o leer las noticias durante el desayuno o el almuerzo se ha convertido en una experiencia inquietante. Es perturbador encender el televisor y escuchar un reporte de muertes y enfermos que no para, ver analistas debatiendo las posibilidades que tiene el país de superar el estancamiento económico y atestiguar el resto de desafortunados sucesos que, en caso de no estar exacerbados, tampoco han dejado de ocurrir. Todo esto, acompañado de comerciales producidos a toda prisa que nos aseguran una y otra vez que estamos todos juntos en esto.

No queda duda que a todos nos ha afectado el estado del mundo durante los últimos seis meses, sin embargo, es poco probable que la familia de seis integrantes que está siendo desalojada y los billonarios cuya fortuna ha aumentado a un paso mucho más acelerado durante estos meses gracias a modelos que lucran con la inseguridad, la enfermedad y la escasez, puedan verse cara a cara y asegurarse honestamente que “estamos juntos en esto”.

El conjunto de disparidades que durante décadas (o más bien siglos) han fracturado implacablemente nuestra cultura y generado un abismo entre los que más tienen y los que poco o nada tienen ha terminado por dejar a vista de todos que lamentablemente no estamos juntos en esto. Si bien -nunca- ha sido difícil llegar a esta conclusión, en los últimos meses estas diferencias se han manifestado con una claridad inédita.En el griego original, la palabra Apocalipsis significa simplemente una revelación o un descubrimiento. Así que hay un sentido en el que estos días son verdaderamente, literalmente, apocalípticos. El mundo se ha manifestado con una claridad sorprendente y surrealista. Mucho de lo que se está revelando es angustioso: la podredumbre de la desigualdad en los huesos de nuestras sociedades, la letal ineficacia del capitalismo de libre mercado, la desconcertante crueldad e ignorancia de muchas de las personas en posiciones de aparente liderazgo. Sin embargo, también hay cosas hermosas que se han revelado con fuerza y claridad. De estas, aquellas que más me da esperanza es que, a pesar del daño causado por la ideología hegemónica del individualismo, a la mayoría aún nos queda la determinación de actuar con un sentido de propósito compartido.Si bien algunos han volado a sus retiros y casas de campo en aviones privados durante buena parte de esta turbulencia, aislándose así por un sentido de autoprotección o por la sensación de que otras personas son fundamentalmente un peligro que debe ser evadido; para muchos de nosotros este paradigma se ha invertido por completo. Sin la posibilidad de escape, hemos tenido que enfrentarnos a la realidad atroz y actuar de acuerdo a ella. Dada la elección entre la apatía moral de mirar hacia otro lado cuando nuestros vecinos no pueden pagar el súper u organizarnos para ayudar, hemos decidido hacer lo segundo. Esta elección define a diario el destino de miles de personas en nuestras comunidades y es la que la ONU ha decidido celebrar cada año el cinco de septiembre.

La beneficencia puede contribuir a la promoción del diálogo, la solidaridad y la comprensión mutua entre las personas. También puede aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios públicos de atención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia. Además, ayuda a promover la cultura, la ciencia, el deporte y la protección del patrimonio cultural y natural. También ayuda a concienciar sobre los derechos de los marginados y desfavorecidos, y permite guardar nuestra humanidad en situaciones de conflicto.Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la agenda 2030 de la ONU pueden agruparse en seis «elementos esenciales»: la dignidad, los seres humanos, el planeta, la prosperidad, la justicia y las alianzas. Creemos que el tercer sector y las organizaciones de asistencia son un motor indispensable para lograr dichas metas y a la vez, estas tienen el potencial de transformar nuestras vidas y nuestro planeta.

En este año, reconocemos la importancia de los bancos de alimentos y todos aquellos que trabajan con nosotros para aliviar el hambre. Tanto donantes como trabajadores y voluntarios hacen posible un cambio incremental en las condiciones de vida de miles de personas que corren el riesgo de ser olvidadas. En este sentido, estamos convencidos de que un rol fundamental de las organizaciones filantrópicas es permitir a todas las personas contribuir al mejoramiento de nuestro mundo.

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