Las personas de cualquier color, etnia u origen demográfico pueden experimentar inseguridad alimentaria. Sin embargo, algunos grupos son más vulnerables que otros. El racismo —el maltrato sistémico contra personas por su etnicidad o color de piel— influye en todos los aspectos de nuestra sociedad, incluyendo nuestro sistema alimentario. Este fenómeno no se trata simplemente de actitudes prejuiciosas o actos individuales, sino representa un legado histórico que privilegia a un grupo de personas por sobre otros, así, el racismo —individual, institucional y estructural— también obstaculiza los esfuerzos bienintencionados de construir un sistema alimentario justo y sustentable.
Si bien el legado sistémico del racismo permanece, es rara vez mencionado en programas internacionales de ayuda alimentaria y desarrollo agrícola. Incluso cuando proyectos y programas contra el hambre citan frecuentemente estadísticas alarmantes, el racismo rara vez es identificado como la causa de las cifras desproporcionadamente altas entre las personas indígenas y de color que sufren hambre, inseguridad alimentaria, envenenamiento por pesticidas y enfermedades relacionadas con la dieta.
A pesar de su omnipresencia, el racismo es rara vez mencionado en programas internacionales de ayuda alimentaria y desarrollo agrícola
Hoy sabemos que el hambre tiene causas profundas, históricas e institucionalizadas, y que sólo se puede abordar de forma interseccional, esta herramienta (análisis interseccional) nos permite visibilizar todas las discriminaciones y violencias que sufre una persona producto de las condiciones y características con las que nació, el contexto en el que vive, las particularidades de su persona, entre otros elementos.
En México, los altos índices de pobreza e inseguridad alimentaria constituyen una problemática persistente. Esta problemática trasciende y se gesta con relación a otros aspectos de la identidad étnica, racial y de género de los grupos especialmente afectados por el hambre. Cualquier país que haya sido sometido al colonialismo del norte ha sido estructurado por un sistema de casta racial en el cual ser blanco concede privilegios sociales. Este sistema fue desarrollado originalmente para justificar el colonialismo europeo y para permitir la explotación económica de las colonias.
Cualquier país que haya sido sometido al colonialismo del norte ha sido estructurado por un sistema de casta racial en el cual ser blanco concede privilegios sociales
En las Américas, los europeos y las personas de ascendencia europea asesinaron y despojaron a los pueblos indígenas de sus recursos naturales e incluso algunas veces los esclavizaron. La esclavitud tuvo una influencia tremenda en los sistemas alimentarios y de trabajo alrededor del mundo, y fue un pilar central del sistema de casta racial del capitalismo hasta que fue abolida al final del siglo XIX. De esta forma, sistemáticamente, la casta racial ha dado forma al sistema alimentario, particularmente, durante los periodos de escasez de mano de obra.
La casta racial ha dado forma al sistema alimentario, particularmente, durante los periodos de escasez de mano de obra
El día de hoy, los efectos de esta clasificación racial y abuso de grupos diferentes a lo hegemónico aún persisten, de acuerdo con el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016, realizado por el INEGI y retomado por el COLMEX, el 63% de los mexicanos con tono de piel oscuro o intermedio dijeron tener un menor ingreso, mientras que solo el 37% se consideró con un mayor ingreso; en tanto, el 63% de las las personas con tez blanca consideró tener un mayor ingreso y solamente el 37% un menor ingreso. La movilidad social, la discriminación y pobreza laboral también están relacionadas con el tono de piel de las personas aún en el presente.
Alimento Para Todos ha adquirido conocimiento y consciencia de primera mano acerca del fenómeno de la inseguridad alimentaria y su relación con la pobreza, la discriminación y la racialización de las personas
Alimento Para Todos ha adquirido conocimiento y consciencia de primera mano acerca del fenómeno de la inseguridad alimentaria y su relación con la pobreza, la discriminación y la racialización de las personas. A partir de la experiencia de trabajo y colaboración con grupos marginados y personas a quienes se les niega sistemáticamente el derecho a la alimentación, la Institución ha reconocido la importancia de desmantelar el racismo del sistema alimentario como parte de la estrategia para que todas y todos tengan acceso a una alimentación digna.
Las comunidades oprimidas han desarrollado formas de sanar el trauma histórico, existen grupos han urgido grupos para trabajar los sentimientos inmovilizadores de opresión internalizada, miedo, desesperanza y culpa. Estos recursos y lecciones históricos podemos utilizarlos en la lucha contra el hambre. Creemos que extirpar el racismo de nuestro sistema alimentario es una oportunidad que va más allá de la transformación de este sistema: puede ser un detonante de la desaparición del sistema de casta racial.