Desde el 2016 se ha designado al 18 de junio como el día internacional de la gastronomía sostenible. De acuerdo con la ONU; la gastronomía sostenible significa una cocina que toma en cuenta el origen de los ingredientes, así como los modos de cultivo y transporte. Este día reconoce la gastronomía como una expresión cultural relacionada con la diversidad natural y cultural del mundo.
A medida que las dinámicas sociales y económicas evolucionan de la mano del desarrollo tecnológico e industrial, cada vez una mayor parte de la dieta de las poblaciones urbanas se compone de alimentos procesados y la variedad de especies vegetales que se consumen son más limitadas. Además, en los últimos cuatro años, los conflictos internacionales, el cambio climático y la inestabilidad económica han incrementado el número de personas que padecen hambre aguda (una ausencia de alimentos pone en peligro el modo de vida de las personas y en algunos casos también sus vidas) de 80 millones a 135 millones de personas. La pandemia por el nuevo coronavirus podría conducir a 130 millones de personas más a esta condición1.Una escena recurrente durante el confinamiento alrededor del mundo ha sido la de largas filas de personas solicitando ayuda en los bancos de alimentos. Entre las causas de este fenómeno se encuentra la conmoción que han sufrido las cadenas de suministro del sistema alimentario global. Muchos alimentos no pueden llegar a quienes lo necesitan y los productores frecuentemente carecen de los elementos para su procesamiento; es por esto que reconocer las características de los sistemas de procesamiento y abastecimiento locales así como la biodiversidad de nuestro contexto inmediato se ha vuelto crucial para rediseñar esquemas de producción y cadenas de suministro con la mirada puesta en la autosuficiencia y el desarrollo de capacidades dentro de nuestras comunidades. Es en este contexto se vuelve especialmente relevante reconocer los ingredientes y productos de temporada, preservar la vida silvestre y nuestras tradiciones culinarias.El hambre no se refiere solo a la disponibilidad de alimentos; se trata del acceso físico y económico a estos productos. La pandemia ha complicado ambos al colocar los sistemas de transporte comercial bajo severa presión y reduciendo el poder adquisitivo de los trabajadores. Estamos convencidos de que es posible acabar con el hambre reimaginando y construyendo sistemas para recolectar y redistribuir el exceso de alimentos, sin embargo, discutir el equilibrio alimentario en el mundo sólo en términos de oferta y demanda puede generar un enfoque mercantil que pasa por alto la cultura, la salud, las comunidades y el medio ambiente. Es necesario tener presente que el hambre no es un asunto de caridad, pues esta noción no examina ni aborda las causas profundas del problema.
A través de la acción colectiva a nivel local y global es posible evitar una catástrofe mayor; escudriñar los mecanismos formales e informales que generan, prolongan y exacerban la desigualdad nos puede brindar directrices de acción política y humanitaria efectiva. Es necesaria la determinación de priorizar el impacto a largo plazo e invertir tiempo y energía para abordar las raíces del hambre de forma directa. Alimento Para Todos ha respondido a los efectos repentinos de la crisis sanitaria implementando un programa de alivio de emergencia, además, durante los últimos años hemos puesto en marcha iniciativas que toman en cuenta las características del entorno en el que operamos: desarrollando capacidades de procesamiento y conservación de alimentos dentro de la institución así como generando productos acordes a la gastronomía y las características de la dieta nacional. A pesar de esto, somos conscientes de que acabar con el hambre a largo plazo es un gran desafío y requerirá del esfuerzo y compromiso no sólo de los bancos de alimentos, sino de todos los actores que influyen en facilitar o limitar el acceso de los ciudadanos a los alimentos. Este es el momento de rediseñar las estructuras de nuestro sistema alimentario para terminar con el hambre de una forma sustentable y rescatar el valor cultural de la comida en nuestras localidades.